01/03/2016 “Hacia dónde va la robótica”

1 marzo 2016

El Cronista. Entrevista al Ing. César Osimani docente e investigador del Centro de Investigación Aplicada y Desarrollo en Informática y Telecomunicaciones (CIADE-IT) de la UBP.

 

Link: Hacia dónde va la robótica

 

 

Varias universidades del país pusieron primera en el estudio de procesos automatizados para generar impacto en la vida cotidiana. Los proyectos locales en los que la investigación trae de la mano a la Internet de las Cosas y la inteligencia artificial.

 

Llegará el tiempo en que un robot pueda dar una clase magistral? Es una de las preguntas que están de moda en las universidades argentinas. En esas casas de estudio, se está avanzando, paso a paso, en el estudio y la investigación de procesos automatizados, en la creación de robots y software cada vez más económicos que los manejan.

 

La robótica, en definitiva, es parte hoy indispensable del estudio en diversas carreras universitarias, más allá de las clásicas ingenierías. “La automatización industrial, el análisis de grandes volúmenes de datos, el trabajo sin pausas, la precisión en movimientos y otras cualidades de los robots, hacen formular la siguiente pregunta: en un futuro próximo ¿los humanos deberán competir con los robots por los puestos de trabajo?”, se interroga César Osimani, investigador del Centro de Investigación Aplicada y Desarrollo de Informática y Telecomunicación (CIADE – IT), de la Universidad Blas Pascal (UBP). Y agrega: “La robótica avanza a pasos agigantados, la ciencia y la ingeniería perfeccionan sus desarrollos robóticos a tal punto que los prototipos actuales son aquellos que hasta hace pocos años imaginábamos serían del futuro lejano. Sin embargo, aún no es de confiar que un robot tome decisiones por nosotros, dudamos de su creatividad y no son capaces de interpretar las imágenes tal como lo hacemos las personas”, afirma a IT Business el especialista.

 

Por esto es que las líneas de investigación de vanguardia en las que se enfatiza en estos días son las relacionadas a inteligencia y visión artificial. La Universidad Abierta Interamericana (UAI), por caso, tiene en el barrio da La Boca el Centro de Altos Estudios en Tecnología Informática (CAETI), abierto a todas las carreras. Sus laboratorios los usan los doctorandos y quienes cursan maestrías o estudiantes pasantes asignados a investigaciones, pero también se ponen a disposición de clases especiales propuestas por docentes de las diferentes disciplinas e incluso para las prácticas de alumnos de la escuela secundaria que depende de esta universidad.

 

Desarrollos innovadores

La Facultad de Tecnología de la UAI nació hace 20 años. Su decano, Marcelo De Vincenzi, es graduado de la Universidad de Berkely (California, Estados Unidos). “Estamos acostumbrados a comunicarnos entre nosotros, pero no a que las cosas empiecen a tomar vida, como ocurre en estos días. Es lo que se conoce como Internet de las cosas. Empezamos a ver que las cosas cobran vida y estamos incorporando este concepto en la universidad”, destaca. Por ejemplo, en la sede de Rosario de la Universidad, desarrollaron el Exo Skin (la traducción es “piel exterior”), un traje que permite graduar la temperatura haciéndola descender o subir entre cuatro y cinco grados. “Vos podés graduar tu propia temperatura, ¿sabés el cambio que eso significa?”, apunta el decano. O sea, no hay más ropa de verano y de invierno, toda sería de medio tiempo. “No solo eso, se puede programar para que cada media hora tenga un touch de perfume, cosas que van a hacer la vida más fácil, más divertida y cambia el mundo del diseño de la indumentaria”, agrega.

 

También en la UAI, Matías Teragini está cursando su doctorado. Ingeniero en Sistemas, lo hace en el marco de una investigación para crear una “robotina”, como la que usaban los Supersónicos, pero versión local. Es decir, un robot económico que pueda barrer o pasar el plumero, para delicias de las personas que trabajan y tienen que atender su casa. Para esto usa un dispositivo Kinect, comúnmente utilizado para las consolas de juegos de Microsoft. “Es sólo un sensor que te da información de cómo está parada una persona en determinado ambiente”, explica Teragini. “Este sensor ahora es muy barato, sale unos u$s 80”, cuenta.

 

Su proyecto de tesis doctoral, que desarrolla en el CAETI, consiste en lograr que este sensor haga un mapeo tridimensional de los ambientes que permita a un robot ubicarse y llevar a cabo cualquier tarea que se le asigne. “La idea es que ese robot con un buen software y estos sensores serán económicamente viables. Lo más parecido a esto lo desarrolló Google pero sale u$s 1.500 y no está a la venta, sólo lo pueden conseguir los desarrolladores”, explica.

 

Gabriel Pérez, estudiante de la Licenciatura en Matemática, desarrolla un robot educativo, cuyo cerebro es un celular sencillo. “La idea es que un niño lo pueda programar y usar en el aula el celular para aprender, en lugar de que se lo prohíba”, apunta el joven. El laboratorio de Robótica Educativa de la UAI está a cargo del investigador Gonzalo Zabala, coordinador además de las Olimpíadas Argentinas de Robótica. “Desde la Universidad, desarrollamos un conjunto de proyectos resumidos en lo que podemos llamar Robótica. No son solamente robots sino artefactos, dispositivos o sensado del mundo real”, dice Zabala.

 

En la Universidad de Buenos Aires (UBA), además de la oferta académica que tiene la Facultad de Ingeniería, existe desde el 2010 el Club de Robótica, que depende del Laboratorio Abierto del Departamento de Electrónica de la Facultad de Ingeniería. Participan de las actividades estudiantes y graduados de diferentes carreras (Diseño, Arte, Biología e Ingeniería). “Buscamos tener grupos interdisciplinarios de la universidad, pero además abrimos la propuesta a los estudiantes secundarios porque organizamos un torneo abierto para que compitan en una pista robots autónomos”, cuenta Ernesto Corbelli, coordinador del Club.

 

Por su parte, desde 2010, la UADE tiene su unidad LAB. Allí los estudiantes y docentes disponen de herramientas de tecnología en gama variada: pueden usar Google Glass, dispositivos bain web que determinan el estrés de una persona a través de sus ondas cerebrales, y robots con placas arduino que se usan para aprender a programar. A los LABS asisten estudiantes de la mayoría de las carreras de la facultad. “Los de Electromecánica aprenden cómo funciona la automatización de las plantas o los de Alimentos comprenden cómo trabajan los sensores de una planta. La idea no es que todos los estudiantes sean programadores pero es cierto que hoy en día casi todas las carreras necesitan que los estudiantes tengan, transversalmente, conceptos de programación”, explica Javier Zuñiga, director de la Carrera de Ingeniería Informática de la UADE.

 

Para usos múltiples

Un robot que riega cultivos, otro que es bombero, uno que selecciona basura reciclable y la separa de la que no lo es y hasta uno que juega al ta-te-ti. Son múltiples las funciones que cumplen los robots del laboratorio de robótica Física de la UAI. “Hicimos un robot que se llama Robin, que lo presentamos en Tecnópolis, que imita las voces de los animales, con un software que reconoce el nombre de los animales y usa ringtones con sus sonidos.

 

Imitaba a sesenta animales y personajes de ciencia ficción”, cuenta el Magister Néstor Balich, a cargo del laboratorio. “El futuro está en trabajar con sensores que interactúan con las personas de manera natural, heladeras que te piden que vayas al supermercado cuanto necesitan determinado producto o lavarropas que te avisan que se acabó el jabón. Lo que viene son dispositivos inteligentes que reaccionan solos y se relacionan entre ellos, sin nuestra intervención. Y la Universidad tiene que estar al día, y a tono con estos productos que ya están en el mercado”, cuenta Balich. Por ejemplo, la marca de lavarropas Drean, ya tiene en producción una línea de estos electrodomésticos conectados a Internet que se pueden programar. “Cuando esto ya se produzca masivamente, nuestra vida va a ser más sencilla. Le voy a poder pedir al lavarropas que lave en tanda y me va a poder avisar cuando se quede sin agua o sin jabón, o si faltan dos horas para que ya tenga que llamar al service”, explica De Vincenzi. El académico describe que en la carrera de Ingeniería en Sistemas Informáticos, desde el punto metodológico, trabajan con un sistema que incorpora todo lo que es el aprendizaje basado en problemas, algo que se usa mucho en Harvard. “Si uno tiene que estudiar matemática que es una de las cosas que más cuesta, se hace casi jugando, con un juego de futbol de robots que necesitan determinar el camino más corto entre dos puntos. Si le voy moviendo la pelota y los jugadores y le pongo variables, la ecuación se complejiza. Empiezan a entender qué interesante que es la matemática porque se puede aplicar. La relación entre la vida real y la vida profesional hace que eso genere una mayor motivación, por eso nos interesa usar en el aprendizaje de todas las áreas la tecnología”, grafica. La usan en Informática, pero también para la formación de kinesiólogos o para los licenciados en Matemática, y hasta en la carrera de videojuegos, que tiene la universidad.

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