Haciendo noticias: vocación, formación y práctica del comunicador

10 mayo 2024

*Por Susana Borgarello

En el marco del Día Mundial de la Comunicación Social, Susana Borgarello nos invita a reflexionar sobre la formación de profesionales comprometido con la información y la participación ciudadana.

La labor del comunicador en la sociedad contemporánea es cada vez de mayor importancia. En este contexto, es crucial analizar las características que hacen a un informador idóneo y cualificado para desempeñar esta tarea con eficacia.

La discusión sobre si un comunicador nace o se forma es recurrente. Se argumenta que ciertas cualidades innatas, como la curiosidad por los hechos, el deseo de comunicarlos y la habilidad para narrarlos, son fundamentales en este campo. Sin embargo, la diversidad humana impide establecer un catálogo definitivo de condiciones naturales que determinen quién está destinado a ser comunicador desde su nacimiento.

La competencia del comunicador se basa en dos aspectos principales: su idoneidad y cualificación. En el primero, no hay dudas que un buen comunicador tiene ciertas cualidades naturales que facilitan su labor informativa. Podemos identificar algunas cualidades necesarias para ser comunicador.

La curiosidad es un rasgo esencial en la actividad, ya que impulsa la búsqueda constante de información relevante para luego transmitirla de manera efectiva a la audiencia.

La capacidad para narrar los hechos es otra habilidad vital. Un buen comunicador debe ser capaz de contar historias de manera atractiva y comprensible, utilizando diversos medios como la escritura, la fotografía o el vídeo, según el contexto informativo.

Otro aspecto importante es el valor de criterio, que implica la capacidad de seleccionar, comprender y analizar la información de manera objetiva y ética. Este valor es guía en la toma de decisiones sobre qué hechos son relevantes y cómo deben ser presentados al público.

Respecto de la cualificación, esta es una característica específica del comunicador que se centra en cómo adquiere sus habilidades. Algunos creen que la práctica es más importante que la formación universitaria, mientras que otros defienden lo contrario.

En este contexto, surge la discusión sobre si esta profesión debe ser una profesión titulada. La discusión sobre la cualificación del informador y la formación necesaria para desempeñar eficientemente el papel de comunicador cobra relevancia al considerar la juventud relativa de esta profesión.

Es cierto que la comunicación como profesión es relativamente joven y aún se discute cómo se debe formar a los que comunican. Sin embargo, la combinación de una formación adecuada y una dedicación profesional sólida es clave para destacar en este campo.

La discusión se centra en si esta formación debe ser principalmente universitaria o adquirida a través de la práctica.

La formación universitaria proporciona conocimientos teóricos y técnicos que son cada vez más necesarios en un mundo informativo en constante evolución. Mientras que la experiencia práctica también es invaluable, ya que le brinda habilidades concretas y conocimientos del campo real.

El hecho de que la enseñanza de la información, en sus diferentes dimensiones, haya adquirido entidad propia solo en fechas recientes, es necesario resaltar la importancia de evaluar cómo esta evolución incide en la cualificación del informador.

La formación adecuada emerge como un factor crucial en este proceso, ya que permite al comunicador adquirir tanto conocimientos técnicos como habilidades humanísticas necesarias para enfrentar los desafíos y exigencias específicas que la sociedad contemporánea plantea en materia de información.

Es innegable que el entorno informativo actual demanda profesionales capacitados que puedan enfrentar los retos y cambios constantes, adaptándose a las exigencias del público y manteniendo estándares de calidad y ética en su labor en términos de calidad y veracidad informativa.

También requiere de una formación especializada tanto en aspectos humanísticos como técnicos para hacer frente a los desafíos cada vez más exigentes que plantea la sociedad contemporánea.

En este contexto, la evolución y consolidación de esta profesión, junto con la profesionalización de los comunicadores, constituyen elementos clave para garantizar el derecho a la información.

La formación continua y el compromiso con la excelencia en el ejercicio de esta profesión son aspectos que no solo benefician al informador en su desarrollo profesional, sino que también contribuyen al fortalecimiento de la democracia y el acceso a una información veraz y plural.

Ser un comunicador idóneo y cualificado implica tener una combinación de cualidades innatas, como la curiosidad y el valor de criterio, junto con una formación sólida y una dedicación profesional constante. La evolución de esta profesión requiere un enfoque que integre tanto la teoría como la práctica, buscando siempre la excelencia en la comunicación y la información para el beneficio de la sociedad.

En resumen, un buen comunicador se caracteriza por una pasión por contar historias y estar preparado para hacerlo. La formación universitaria es muy útil, pero también es importante tener una vocación genuina y un compromiso firme con la excelencia profesional.

*Doctora en Derecho y Ciencia Sociales. Docente de la Universidad Blas Pascal

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