30/03/2017 “El agua, en el centro del desarrollo sostenible”

30 marzo 2017

Agrofy News. Artículo de la Mgter Eugenia Alaniz, Directora de la Lic. en Gestión Ambiental y la Lic. en Higiene y Seguridad Laboral.
 
Link: El agua, en el centro del desarrollo sostenible.
 
Mañana se celebra el Día Nacional del Agua, recurso fundamental para el desarrollo socio-económico, de ecosistemas saludables y para la supervivencia humana.
 
Por Mgter. Eugenia Alaniz* | Universidad Blas Pascal
 
En el año 1970, a partir de la Resolución Ministerial Nº1630 se estableció que el 31 de marzo se celebre el “Día Nacional del Agua” para estimular en todos los argentinos la conciencia en el uso de los recursos hídricos de nuestra Nación.
 
El agua es un recurso imprescindible para la vida y para el funcionamiento de los ecosistemas. Es un recurso limitado, frágil y vulnerable. Solo el 3% es dulce y apta para el consumo humano. Es un recurso limitado e insustituible que es clave para el bienestar humano.
 
Hoy en día, más de 1.700 millones de personas viven en cuencas fluviales en las que su uso supera la recarga natural, una tendencia que indica que dos tercios de la población mundial podría vivir en países con escasez de agua para 2025.
 
Un desafío para el desarrollo sostenible
 
El agua puede suponer un serio desafío para el desarrollo sostenible pero, gestionado de manera eficiente y equitativa, el agua puede jugar un papel facilitador clave en el fortalecimiento de la resiliencia de los sistemas sociales, económicos y ambientales a la luz de unos cambios rápidos e imprevisibles.
 
El agua resulta vital a la hora de reducir la carga mundial de enfermedades y para mejorar la salud, el bienestar y la productividad de las poblaciones así como para la producción y la preservación de una serie de beneficios y servicios de los que gozan las personas. El agua también está en el corazón de la adaptación al cambio climático, sirviendo de vínculo crucial entre el sistema climático, la sociedad humana y el medio ambiente. Por todo esto el agua está en el centro del desarrollo sostenible y resulta fundamental para el desarrollo socio-económico, de ecosistemas saludables y para la supervivencia humana.
 
Definamos entonces qué es la sustentabilidad. El concepto de desarrollo sustentable implica “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer el derecho de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”. Particularmente para el agua, esto implica que utilicemos el recurso en la actualidad de modo tal que pueda ser aprovechado con buena calidad y en cantidad suficiente por generaciones futuras. Para lograrlo, es necesaria la solidaridad y cooperación de todos los actores que estamos involucrados, con distinto grado de participación y de responsabilidad, en la gestión del agua.
 
Conciencia social de ahorro
 
La conciencia social y el compromiso político son las fuerzas capaces de materializar los objetivos de un desarrollo sostenible, la “conciencia social de ahorro”. Un cambio de actitud y comprometimiento de la ciudadanía son factores clave para la preservación de este recurso, esencial para la vida humana.
 
Según Myshele Goldberg, la conciencia puede ser descrita como la interiorización de valores: una persona intuitiva, “brújula moral”. A pesar de que los argumentos racionales, filosóficos o religiosos a menudo se utilizan como justificativa, la conciencia en sí misma es principalmente emocional: asociamos los sentimientos de placer y orgullo con la acción correcta, y los sentimientos de culpa y la vergüenza con la acción equivocada. Estas emociones ayudan a motivar las decisiones y el comportamiento, jugando un papel importante en el mantenimiento y transformación de las normas sociales. En muchos sentidos, las normas de la sociedad son la suma de nuestros valores colectivos y prioridades. Además del sentido de lo correcto y lo incorrecto de una acción personal, los individuos poseen un sentido de lo correcto e incorrecto para la acción colectiva, a lo que podríamos llamar “conciencia social”.
 
La conciencia individual nos obliga a actuar moralmente en nuestro cotidiano, evitando o ayudando a aliviar el sufrimiento inmediato de los demás, mientras que la conciencia social nos obliga a insistir en la acción moral de las instituciones de la sociedad y buscar la transformación de las estructuras sociales que causan sufrimiento. Comprender la conciencia social, ya sea la nuestra propia o la de los otros, ayuda a identificar supuestos, valores y visiones, lo que la convierte en un elemento importante para la sostenibilidad, y una herramienta útil para la transformación social y ecológica.
 
Cooperación
 
Es momento de comprometernos como ciudadanos con el propósito de valorar el agua y hacer un uso racional de la misma como comunidad. La cooperación en el cuidado del agua no es una cuestión de índole técnica o científica: tiene que ver con la lucha contra la pobreza y la protección del medio ambiente, con sentar las bases para un desarrollo sostenible y una paz duradera.
 
El papel de las instituciones educativas resulta también muy importante para conseguir que tanto padres como hijos incorporen a su vida diaria unas adecuadas pautas de uso de este bien “finito”. Así, de una manera amena, los colegios, institutos, etc., pueden hacer llegar a los niños y jóvenes las claves para un correcto cuidado del medioambiente y del agua”.
 
La preservación del agua, evidentemente, requiere de todos, ya que se trata de una temática compleja en la que intervienen numerosos actores sociales; hablamos, no de un recurso menor, sino de un elemento indispensable para la vida. En la medida en que logremos internalizar la necesidad de proteger este valioso recurso, podremos contar con ciudadanos responsables de la subsistencia sobre la superficie terrestre.
 
Según Eduardo Galeano “los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad”. Violentar los derechos de la naturaleza, en este caso del agua, significa no respetar nuestros propios derechos, no respetarnos a nosotros mismos.
 
*Directora de la Lic. en Gestión Ambiental y la Lic. en Higiene y Seguridad Laboral de la Universidad Blas Pascal.