6/02/2017 “Sin policía confiable, no hay paz social”

6 febrero 2017

La Voz del Interior. Artículo de Horacio French, docente de la Universidad Blas Pascal.
 
Link: Sin policía confiable, no hay paz social.
 
Descabezar cúpulas policiales aumenta la desconfianza en la institución y hace crecer la inseguridad pública.
 
Cuando el exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, redujo drásticamente la criminalidad en esa ciudad en la década de 1990, los neoyorquinos y la clase política de los Estados Unidos atribuyeron su éxito a una política de seguridad basada en la “teoría de las ventanas rotas”.
 
Básicamente, esa teoría consistía en erradicar los delitos menores, como paso previo a disminuir los crímenes violentos, que en esos años exhibían una cifra alarmante. La aplicación de este método resultó exitosa, ya que entre 1993 y 1997 el número de crímenes denunciados en Nueva York cayó un 39 por ciento.
 
A su vez, los delitos contra la propiedad disminuyeron en el mismo período un 41 por ciento.
 
Sin embargo, detrás de esta exitosa lucha contra el crimen existió una historia poco conocida. Rudolph William Giuliani, antes de llegar a la alcaldía de Nueva York en 1993, se había desempeñado en el cargo de fiscal de Estado de esa ciudad, combatiendo duramente a la famosa, corrupta e ineficiente policía de Nueva York de los años ’80.
 
John Difulio, experto en temas policiales de la Universidad de Princeton, opinaba en aquel momento que “el ejemplo de Nueva York demuestra que es posible combatir eficazmente el crimen, y que la policía era un agente decisivo”.
 
Corrupción policial
 
Giuliani así lo entendió, porque el eslogan “tolerancia cero” que impuso se refirió primero a combatir a la corrupción policial y después a los delincuentes.
 
Años más tarde, una vez que cesó en el cargo de alcalde, la exitosa política de seguridad de Giuliani se derrumbó cuando, incursionando en la actividad privada, fue contratado por varios países para aplicar sus propuestas: México, con el plan “cruzada nacional contra el crimen” (agosto de 1998); Brasilia, 1999, con el plan “tolerancia zero”, por iniciativa del gobernador Joaquim Roriz; e Italia con el plan “moda repressive”. También fue a Nápoles, donde su alcalde Antonio Bassolino aplicó el plan “tolleranza zero”; y a Ciudad del Cabo, donde su alcalde George Fivaz solicitó sus servicios, al igual que otras ciudades de la envergadura de Cleveland (Estados Unidos) y Toronto (Canadá).
 
En todos los casos, Giuliani atribuyó su fracaso al hecho de que ninguno de sus clientes logró controlar la corrupción policial como lo reclamaba el exalcalde de Nueva York.
 
Cómo transformar
 
Ahora bien, la pregunta es: ¿cómo se transforma una policía corrupta e ineficiente? Sir Robert Peel, cuando creó la policía londinense en el siglo 19, la concibió “como un servicio social, en el que la prioridad consistía en evaluar a una institución policial que tiene como objetivo principal la protección de los ciudadanos y no su control o sometimiento al poder político”.
 
El sociólogo brasileño Ignacio Cano destaca la necesidad de la evaluación periódica de la policía, situándola en tres ámbitos: el desempeño individual de cada uniformado; el impacto de un nuevo trabajo policial, y la calidad de la institución en su conjunto.
 
No cabe duda de que el método para mejorar una policía acusada de corrupta e ineficiente por la sociedad consiste en la decisión política de los gobiernos –que deben tomar experiencias extranjeras y las realidades locales– y producir los cambios profundos que muy pocos estadistas se animaron a realizar en la historia.
 
Esto es lo contrario de lo que hacen los gobiernos en la Argentina, y en particular el de Córdoba, cuando pretendiendo transmitir a la ciudadanía firmeza ante la corrupción policial, descabezan cúpulas y dejan 
cesantes a efectivos sospechados de cometer delitos. No perciben que el efecto logrado es a la inversa: aumenta la desconfianza en la institución policial y, por ende, crece la inseguridad pública.
 
* Doctor en derecho, docente en la Universidad Blas Pascal.