Un periodista que narra sus peripecias por Asia

21 marzo 2017

José Edgardo Díaz es Lic. en Periodismo y Nuevos Medios por la Universidad Blas Pascal. Terminó su carrera en julio de 2016 y comenzó un viaje que lo llenó de anécdotas y experiencias que guardará para toda su vida. Es amante de las narraciones y encontró la forma de relacionar su pasión con una profesión. “Siempre me gustaron las historias. Las primeras me las contó mi abuelo que tuvo una vida llena de aventuras. Después lo relegó mi padre, que a la falta de aventuras la compensaba con imaginación. Pero mi mayor cómplice fue mi madre”, comparte.
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Combinar la pasión con la profesión
El programa de periodismo de la UBP le pareció el más actualizado, mezclaba el formato gráfico, radiofónico y audiovisual con los medios digitales, además de ofrecer herramientas técnicas y prácticas que eran en esencia lo que José necesitaba. “Después de recibirme consideré que era un buen momento para poner pausa a mi vida en Córdoba y proponerme un reto distinto. Elegí viajar a Japón, uno de los países más caros del mundo con solo 400 dólares para vivir tres meses. Esa pauta me obligaba a viajar de otra manera”, recuerda José Edgardo.
El primer voluntariado lo realizó en una granja de frutales en Minami Alps, una zona rural con vista al Monte Fuji. Más tarde tuvo la oportunidad de vivir en un templo budista. “Mi principal tarea en el templo era muy sencilla: tocar la campana seis veces a las seis de la mañana para despertar al pueblo y otras seis veces por la tarde para finalizar la jornada”. Por la mañana, José meditaba alrededor de 40 minutos hasta que se hacía la hora del desayuno. Luego, realizaba tareas de mantenimiento.
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“Todo ocurría en un plano de amistad. Tenemos una idea de los monjes estereotipada. En una página conté que el monje encargado del templo era además DJ en fiestas y se generó una gran sorpresa entre los lectores, pero su tradición lo avala perfectamente, ya que su padre, también monje, es además profesor de Shakuhachi (flauta tradicional del budismo). Es decir la música – el arte – hace de puente entre dos espacios muy distintos”, explica.
 
El viaje continúa
En aquel templo tomó la decisión de cancelar el boleto de vuelta a Argentina y extender el viaje. “Todavía me quedaba un mes para viajar por Japón y casi el total de mi presupuesto gracias a los dos voluntariados que me ahorraron dinero en comida y hospedaje”. Antes de partir hacia Indonesia conoció Kioto, Hiroshima, Nara y Osaka. En Bali lo esperaban en un complejo para hacer SEO en la página. Allí estuvo un mes y diseñó una estrategia de marketing que les fuera más rentable. “Cuando llegué tenían un promedio de 2 alquileres mensuales de 25 villas disponibles. Cuando me fui habíamos escalado seis posiciones en las búsquedas de Google y tenían un manual de estilo y contenido a publicar en Facebook, Instagram y Twitter. Además había conseguido persuadir al dueño y a los directivos para que empezaran a invertir en actividades relacionadas al ecoturismo. Por ejemplo, unos días antes de mi partida organizamos con los huéspedes un paseo por la paya con el objetivo de recoger toda la basura y limpiar lo más que podamos las costas. Fue gratificante descubrir cómo estos pequeños emprendimientos se pueden impulsar desde la profesión de comunicador”.
Su recorrido continuó hacía Kuala Lumpur, Malasia. Desde allí viajó a Singapur y más tarde a Phuket, Tailandia. Su próximo destino es en Estambul, Turquía desde donde viajará a la ciudad de Atenas, Grecia. “Espero volver en abril a Córdoba así que tengo algún tiempo más para seguir encontrando historias”.
 
Experiencia profesional
A su regreso, El Lic. Diaz tiene varios proyectos que retomar. Hace algunos años, junto a su hermano fundó Din Cursos. Este sitio se especializa en dictar cursos prácticos de corta duración, orientados a una rápida salida laboral. Bajo la modalidad a distancia combinan las ventajas de internet y las últimas tecnologías.
También le gustaría ganar experiencia trabajando en los medios y obtener alguna propuesta radiofónica o gráfica. “Estaría muy bien encontrar alguna editorial que le interese publicar mis obras”, concluye.
 
El paraíso de su Infancia
“Me acuerdo que tenía siete años cuando en un supermercado, sobre una mesa de ofertas de libros, encontré una historieta de Nippur de Lagash. Lo primero que me sedujo fue el dibujo; era distinto a cualquier otro que antes hubiera visto. Y no es que hubiera visto muchos pero un errante cruzando los desiertos con un ejército armado para el combate era una historia que prometía. Estaba fascinado con mi hallazgo pero a mi madre no le gustaba para nada. Le pedí que por favor me la dejara llevar, le prometí que sacaría ocho bolsas de yuyos del jardín y que no le pediría más nada de las góndolas del súper. Cumplí mi promesa de los yuyos ese mismo día justo después de revisar de punta a punta la historieta. No digo leer porque al principio eran los dibujos los que me atraían. La lectura de los diálogos apareció cuando la historieta ya me era tan familiar que sabía de memoria la acción, solo entonces empecé a descubrir que podía saber más si escarbaba en los textos. El entusiasmo que mostraba por leer sorprendió a mi madre y a los días me llevó a conocer lo que sería el paraíso de mi infancia: una tienda de libros e historietas de segunda mano. Semana de por medio me llevaba a esa librería para intercambiar otros textos o revistas. Eventualmente las historietas me empezaron a parecer que se repetían y desembarqué en los libros. La más grande fuente de historias. La otra gran vertiente vendría algunos años más tarde con un videoclub que se instaló a cincuenta metros de donde vivía”, recuerda el Lic. Diaz.
 
Marzo 2017

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